"Visiones de Cambio:

Bagate

y los ODS en la Cultura Cajamarquina"

JOB CARHUAJULCA

Con frecuencia, pasamos por alto el profundo impacto que las obras de arte pueden tener en la configuración del cambio social. Sin embargo, la presente exhibición desafía esta concepción al sumergirse en el legado de Bagate, un apasionado artista originario de Cajamarca cuyo trabajo trasciende la mera expresión artística. En esta ocasión, las creaciones de Bagate se presentan de una forma innovadora, haciendo uso de las más recientes tecnologías de inteligencia artificial. Esta amalgama entre la tradición y la tecnología da lugar a una experiencia visual completamente singular y dinámica, la cual revitaliza de manera notable su legado artístico.
 
Esta exposición también conecta de manera profunda con la perspectiva sociológica de Bagate como un verdadero pionero del arte indigenista. A lo largo de su carrera, él utilizó su pincel como un medio para dar voz a las comunidades indígenas y desafiar la injusticia social. Sus obras se entrelazan con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una visión ambiciosa que busca un mundo más justo y equitativo. Bagate, un visionario por excelencia, a través de su arte, arroja luz sobre la importancia crucial de los ODS, desde la erradicación de la pobreza hasta la lucha contra el cambio climático. Así, nos muestra cómo estas metas pueden transformar la realidad, no solo en Cajamarca, sino en todo el mundo.

Visiones de cambio: Bagate y los ODS en la cultura cajamarquina.

La diversidad geográfica de nuestro planeta desvela lugares de una excepcional belleza y misterio, imbuidos de una riqueza cultural que trasciende el tiempo. Uno de estos tesoros se despliega con majestuosidad en la ciudad de Cajamarca, un enclave ubicado en la sierra norte del Perú. Su posición geográfica no solo es un rasgo destacado, sino que también funciona como un punto crucial de conexión entre diversos panoramas y regiones geográficas, emergiendo como un epicentro donde convergen diferentes territorios. 

Al norte, se conecta con la región alto andina ecuatoriana, mientras que hacia el oeste se extienden los fértiles valles costeros. Hacia el sur, establece vínculos con la zona alto andina centro sur peruana, y al este, penetra en la exuberancia del bosque amazónico tropical. Esta intrincada red de conexiones geográficas ha dejado una profunda huella en la historia, así como en las actividades económicas y socioculturales de la región, contribuyendo así a forjar su identidad única.

Desde una perspectiva cultural, Cajamarca alberga una herencia arraigada en una tradición de profunda insondabilidad, rastreable a través de la cultura material legada por las personas que han habitado estas tierras durante más de 1500 años. Cajamarca es una ciudad cuyo origen se desvanece en los albores del tiempo, aunque su relevancia histórica brilla con intensidad.

En este lugar, tuvo lugar el encuentro formal entre dos paradigmas civilizatorios que han entrelazado sus complementariedades hasta nuestros días: la cultura andina y la cultura occidental.

Posteriormente esta fusión de culturas y perspectivas también encuentra eco en el fenómeno del indigenismo, que emergió en América Latina en el siglo XX como respuesta a la búsqueda de una auténtica identidad nacional. En el caso de Perú, este movimiento se gestó a finales del siglo pasado y tuvo como denominador común la reivindicación del indígena.

Juan Ossio comenta que, con el nacimiento de la República, el indígena prácticamente desapareció de la esfera nacional. Al proclamar San Martín la independencia, una de sus primeras medidas fue emitir un decreto en el que se exigía el reemplazo de términos como «indígena» y «nativo» por el de «ciudadano». Bajo estas premisas, poco tiempo después, Bolívar daría su famoso decreto aboliendo la propiedad comunal. A pesar de que estas medidas respondían al noble ideal igualitario de las élites que forjaron el Estado republicano, no resultaron en un mayor beneficio para los indígenas.

En Cajamarca, la expresión del movimiento indigenista adquirió relevancia en el ámbito de las artes plásticas, encontrando en Juan Del Carmen Villanueva Rodríguez «Bagate» uno de sus más insignes exponentes.

El legado de Bagate: Un icono de identidad cultural en Cajamarca

En el corazón de la ciudad mestiza de Cajamarca, en medio de una corriente cultural que miraba más hacia Europa y Estados unidos que hacia su propio entorno, surgió un auténtico hijo de la tierra: Bagate.

Aunque su apariencia revelaba una mezcla, sus raíces se aferraban sólidamente a la identidad cholo-cajamarquina. Residiendo dentro de los límites urbanos, Bagate valoraba profundamente las auténticas costumbres, historia y vivencias de la población rural.

De nombre, Juan del Carmen Villanueva Rodríguez, pero reconocido como Bagate, este artista fue presentado al mundo por Pedro Barrantes de Castro en un artículo publicado en 1931 en la revista «Variedades». Bagate emergió como un artista espontáneo, oriundo de las llanuras de Cajamarca, quien llevaba consigo un inquebrantable amor por su tierra natal, preludiando la próxima eclosión de expresiones culturales.
Había absorbido los motivos artísticos de su entorno y los plasmaba en sus lienzos, capturando las ricas vidas espirituales, así como las disparidades sociales y las dificultades materiales que caracterizaban a los habitantes indígenas del campo de Cajamarca.

Bagate se erige como un genuino representante del potencial artístico latente en la herencia mestiza de la región andina del norte. Su arte sirvió como testimonio de la habilidad innata que surge del sentido colectivo de la belleza y la ausencia de recursos técnicos y estímulos. En su entorno urbano, se convirtió en un paradigma de expresión artística, abarcando no solo la pintura, sino también la creación de elementos escénicos y promocionales que enriquecían la vida ciudadana.

Más allá de su impacto artístico, su legado trascendió al desafiar estereotipos y narrativas predominantes.

Su arte, imbuido de una perspectiva sociológica, cuestionó las visiones convencionales y amplificó la diversidad cultural, otorgando voz a las experiencias y perspectivas de las comunidades indígenas.

Su pincel se convirtió en una herramienta de justicia social y en el reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios, fomentando la conciencia y propulsando cambios en la sociedad. Rompió con las categorías intelectuales y subjetivas, adoptando una perspectiva sociológica que buscaba representar y cuestionar la realidad social y cultural circundante.

Así, a través de sus creaciones, Bagate capturó las esencias sociológicas de la vida en Cajamarca hace más de un siglo, dejando un legado impregnado de compromiso y conciencia.

Hacia un horizonte sostenible: Bagate y sus visiones de cambio reflejados en los objetivos de desarrollo sostenible

El indigenismo y la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) comparten un vínculo profundo en su búsqueda por la equidad, la justicia social y el respeto a la diversidad. A través de sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas específicas, los ODS se convirtieron en el consenso global sobre transformaciones en las dimensiones social, ambiental, económica y de paz para apuntalar el bienestar humano en su entorno.

El avance en los ODS requiere alianzas entre las comunidades, el estado y la sociedad donde los líderes locales juegan un rol crítico para generar consensos duraderos y que representen los sueños y necesidades de todos los grupos. Justamente inspirar a esos líderes con los legados y tradiciones ayuda a evitar que algún grupo quede detrás. El arte de Bagate tiene el poder de inspirar a los líderes para el largo camino hacia el cumplimiento de los ODS en Cajamarca.

El maestro Bagate trasciende su rol como pintor del indigenismo para convertirse en un observador perspicaz del entorno que lo rodea. Su rica mirada es una oportunidad valiosa para cualquier persona que trabaja hacia el desarrollo sostenible Cajamarca, ya que permite explorar desafíos y emprender acciones concretas para su transformación en base a los aprendizajes y tecnologías propios de Cajamarca.

Objetivos de Desarrollo Sostenible

Cajamarca

ODS - CAJAMARCA - GALERÍA DE ARTE TARTAR

ODS Sociales

ODS 1 Fin de la pobreza

El primer Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) se enfoca en un desafío fundamental: poner fin a la pobreza en todas sus manifestaciones. Esta meta adquiere una importancia especial en el contexto de Cajamarca, Perú. Hasta el año 2021, esta región ha enfrentado desafíos sustanciales en términos de pobreza, tanto en su forma extrema como monetaria.

Los datos del 2021 señalan que Cajamarca presenta una tasa de pobreza extrema que varía entre el 10% y el 14.3%, mostrando una preocupante falta de avance en su reducción durante los últimos once años. Por su parte, la pobreza monetaria afecta a un 39.7% de la población, superando en 13.8 puntos porcentuales el promedio nacional. Esta realidad pone de manifiesto la necesidad apremiante de intervenciones efectivas.

Un aspecto crítico es el limitado acceso a seguros de pensión, ya que solo el 15.5% de las personas mayores de 14 años cuentan con esta protección, lo que representa una brecha de 14.3 puntos porcentuales respecto al promedio nacional. Aunque se han observado mejoras marginales, es claro que se requieren esfuerzos más sólidos para generar un impacto significativo. Igualmente, la cobertura de servicios básicos es un desafío, con solo el 68.5% de la población cajamarquina teniendo acceso a agua, saneamiento y energía eléctrica, en comparación con el 78.9% a nivel nacional.
Es aquí donde cobra vital importancia el ODS 1, que busca abordar estas disparidades y forjar un futuro más justo en Cajamarca. Aunque hay avances perceptibles, es innegable que se necesitan acciones más audaces para lograr un progreso sustancial. Asegurar servicios esenciales y mejorar la cobertura de los seguros de pensión emergen como elementos cruciales en la construcción de un entorno próspero y equitativo en la región.

El cebada - Bagate - Galería de Arte Tartar
El cebada Juan del Carmen Villanueva Rodríguez - Bagate Óleo sobre tela. 90 x 57 cm. 1920
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